Astillero

La sencillez de la gente de campo, la autenticidad de una vida austera y el trabajo sacrificado de la tierra, esa estrecha relación entre compartir y vivir que en el mundo andino llamamos reciprocidad.

Durante los cuatro años que viví en Bolivia tuve la posibilidad de visitar en diversas ocasiones las comunidades campesinas de la zona de Comarapa, una tierra fértil con un clima indomable. Las mañanas frías, la neblina que transporta el agua y que baña todo a su paso, caminos llenos de barro y muchas veces intransitables. Gente de piel morena, ojos cansados y manos envejecidas por el trabajo.

Después de varios días de trabajo con jóvenes y gente la comunidad, me tomé una tarde libre para recorrer y visitar las casas de las familias, estaba en este andar cuando llegué a la casa de las hermanas flores, me acerqué y me asomé a la puerta, ellas estaban fritando una especie de tortilla, apenas me vieron acomodaron un par de ladrillos y me ofrecieron un humilde lugar donde sentarme, sin decir muchas palabras continuaron su labor y apenas estuvieron prontas las primeras tortillas me las ofrecieron con un hermoso brillo en los ojos.

Esta es la gente de Astillero, gente humilde y de buen corazón, agricultores de una tierra hostil, pero que los alimenta y los acoge, los protege y les enseña a cuidar de ella, gente de mirada baja y de manos abiertas, niños inocentes y ávidos de lo novedoso, familias que viven de y en la tierra, niños que crecen a las espaldas de sus madres, mientras ella siembran y cosechan sus productos, teniendo una conexión especial con la Pachamama  (Madre Tierra).

Astillero pertenece al cantón de Torrecillas en el municipio de Comarapa, ubicada en las laderas y valles secos interandinos, es una pequeña comunidad de población dispersa de unos 250 habitantes repartidos en aproximadamente 50 familias. La fuente de trabajo principal es la agricultura.

Nomadicfaces Mao