El Estallido Social - Antofagasta

El 18 de octubre del 2019 marca el inicio de lo que se ha llamado el Estallido Social, evidentemente ha sido mucho más que sólo un estallido, los meses que le prosiguieron dejaron al descubierto una sociedad que venía acumulando descontento y rabia hacia la clase política chilena. Es inocente pensar que el descontento social responde a un petitorio concreto que se pueda enumerar e intentar buscar soluciones, en la génesis del conflicto encontramos un descontento transversal que cruza todos los ámbitos de la vida y con un único diagnostico posible: El Abuso de Poder, Corrupción y Aprovechamiento avalado por una clase política corrupta que por más de 40 años ha afectado al país, en un primer periodo ejercido por la dictadura de Pinochet y desde 1990 por los gobiernos democráticos que se dedicaron a legislar a favor de la clase empresarial generando a lo largo de los años una minoría de ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más empobrecidos y endeudados.

En este contexto, a partir del 18 de octubre del 2019 la frase “Hasta que la Dignidad se haga costumbre” se convierte en emblema de lucha y resistencia en todas las ciudades del país, las calles se llenan de ciudadanos que salen a gritar por un Chile más justo. Jóvenes y no tan jóvenes, familias, trabajadores de todo el espectro social se reúnen para denunciar a través de pancartas, lienzos y manifestaciones artísticas el descontento de un Chile que parecía estar dormido. Después de meses de lucha y durante el periodo de la pandemia  Covid-19 las movilizaciones no se han detenido, con diferentes manifestaciones la ciudadanía continúa evidenciando el descontento social hacia el gobierno de turno y toda la clase política.

Las imágenes aquí presentadas son el resultado de largas caminatas por las calles de Antofagasta durante los meses de octubre, diciembre y enero, en los que acompañé las marchas, vivenciando no sólo la alegría de un nuevo Chile que se atreve a salir a las calles para exigir una sociedad y un país más justo, sino también los enfrentamientos entre manifestantes y Carabineros por causa de la represión policial.

Detrás de estas imágenes se esconden muchas conversaciones con personas desconocidas, colegas profesores, enfermeros, abogadas, obreros, estudiantes. Jóvenes que muchas veces no sabían realmente porqué se estaban manifestando, pero también muchos otros jóvenes con argumentos sólidos de la necesidad de un Chile que se manifiesta en las calles, cuáles son las desigualdades sociales que se viven y los caminos posibles para la construcción de una nueva sociedad.

El movimiento social esconde muchas realidades dentro del contexto en el que se desenvuelve, es un fenómeno interesante de estudiar y complejo de comprender, porque en el mismo hecho subsisten diferentes realidades: gente esforzada que hace un sacrificio para asistir a cada una de las marchas como también personas que aprovechando las circunstancias destruyen, saquean y delinquen en medio de las multitudes. Cabe recalcar que estas últimas mencionadas son una minoría en medio de un gran gentío, pero es importante reconocerlas como una realidad existente en las movilizaciones.

Es evidente que el Estado tiene responsabilidad política en la realidad que estamos viviendo, las leyes promulgadas en estos últimos 30 años han favorecido a una clase económica acomodada, perjudicando a la gran mayoría de los chilenos, generando una gran brecha social que ha impulsado el descontento y por ende las protestas en las calles del país. Este es el Chile que se ha construido a lo largo de la historia, un Chile con políticas segregadoras y generadoras de desigualdad social.

Como Nomadicfaces no avalamos la violencia presente en las calles de Antofagasta, ni en ninguna ciudad del mundo; pero comprendemos que las protestas han sido el modo de evidenciar la realidad del país y que la respuesta del gobierno ha sido enviar policías y militares a las calles ejerciendo y provocando más violencia, hemos sido testigos de los abusos cometidos por parte de las fuerzas policiales, de la poca empatía y de los terribles abusos a los derechos humanos cometidos en Chile durante este periodo.